CHINA:  CARACTERÍSTICAS SOCIOEDUCATIVAS Y CULTURALES 

Datos generales

 

Country Basic Data

Area (km2)

9 598 050

Population (2000)

1 275 133 000

Official name of the country

The People's Republic of China

Region

East Asia

Type of economy

Lower middle income

Gross Domestic Product per capita (2000)

US$ 866

Percentage of population below the national poverty line (1998)

4.6

Human Development Index, HDI (1999)

0.718

HDI rank out of 162 countries (1999)

87

 

 

Geografía

China es un Estado de Asia central y oriental. Limita con Corea del N, Rusia y Mongolia al N, los mares Amarillo, de la China oriental y de la China meridional al E, Vietnam, Laos, Birmania, India, Bután y Nepal al S y Afganistán y Rusia al O. La capital es Pekín.

Tras Rusia y Canadá, la República Popular de China constituye el tercer estado más extenso del mundo. Su relieve se caracteriza por la importancia de sus cadenas montañosas, tanto por su altitud, que aumenta hacia el O, como por su extensión, ya que ocupan 1/3 del total del territorio. Estructuralmente, el país se divide en tres grandes regiones: la oriental, la sudoccidental y la noroccidental. La región oriental presenta un relieve complejo: a lo largo de 2 500 km, desde la cuenca del Sichuan hasta el mar de la China oriental, se suceden amplios valles y cuencas (al NE), regiones accidentadas de altitud moderada (al O), colinas (al SE), y llanuras aluviales (al S).

La llanura del NE ocupa la región histórica de Manchuria y se halla rodeada de montañas antiguas: el gran Khingan en el O, el pequeño Khingan en el N, y los macizos de Changbai en el SE. Al O de esta amplia llanura se extienden regiones accidentadas, entre las que destacan las mesetas de Shanxi y Shenxi (1 200 m y 1 600 m), a ambos lados del río Amarillo. Esta zona, altamente erosionada, se halla cubierta de suelos de loess, material que fue transportado durante las glaciaciones por vientos procedentes de Mongolia.

Las colinas del SE presentan altitudes inferiores a los 2 000 m, culminando en los montes de Nanjing (1 922 m). Al O de Nanjing se encuentra un conjunto de tierras altas compuestas por materiales calizos: las mesetas de Yunnan y Guizhou. Aunque en general su altitud es inferior a los 2 000 m, los montes Dieqiang, al O, superan los 3 680 m.

En el S se halla una gran llanura aluvial que ocupa el territorio que se extiende desde Pekín a Shanghai. En este gran valle se distinguen tres conjuntos geográficos, cuyos límites se corresponden con las tres provincias en que se hallan divididas administrativamente estas tierras: el Hebei, el Henan y el Shandong. La provincia de Hebei es, en buena parte, montañosa; su llanura, abierta al E sobre el mar de Bohai, está adosada, al N y al O, a la meseta mongola y al Shanxi, con una altitud de 1 000 a 1 500 m.

La provincia de Henan está limitada al N por los rebordes del Shanxi, al O por la prolongación terminal de los Qinling, y al S por la cadena de los Dabieshan, que la separan de la cuenca del Yangzi. La provincia de Shandong presenta un marcado contraste entre su mitad occidental, que forma parte de la llanura aluvial del Huanghe, y su mitad oriental montañosa, donde destacan al O el monte Tai (1 532 m), y al E el monte Lao (1 100 m).

El sector más oriental de China, bordeado por el mar, constituye un territorio de baja altitud. De N a S, hasta la bahía de Hangzhou, las costas, formadas por materiales aluviales, son bajas y arenosas. Al S de Shanghai, estos relieves se vuelven muy rocosos y escarpados, y las estribaciones montañosas llegan hasta el mar. Los accidentes litorales más importantes son las penínsulas de Liaodong y Shandong, que forman el golfo de Bohai o Chili, la bahía de Hangzhou, al S de Shanghai, la bahía de Guangzhou, al borde de Hong Kong y Macao, y la península meridional de Leizhou, frente a la isla de Hainan. La región sudoccidental, o bloque tibetano, es conocida como el techo del mundo. Está formada por un conjunto de mesetas y cadenas montañosas de orientación paralela, que se inician al S con la vertiente septentrional de la cordillera del Himalaya.

Al O se encuentra la meseta occidental, rodeada por las montañas más altas del mundo: al N los montes Kunlunshan, donde destaca el pico Gonggeershan (7 719 m), y al S el Transhimalaya, con el Kula Kangri (7 554 m), y el Everest, el pico más alto de la Tierra (8 848 m), que hace frontera con Nepal. En el extremo oriental de los Kunlunshan se encuentra la meseta de Tsaidam, que constituye una vasta región semidesértica con una altitud media de 2 700 m. La región noroccidental se caracteriza por el predominio de las mesetas. La de Xinjiang está dividida en dos grandes conjuntos por una cordillera de dirección E-O: los Tian Shan o montes Celestes, cuya altitud máxima se halla en el pico Pobedy (7 439 m), y la depresión de Dzungaria, en la parte N, con una altitud inferior a los 500 m.

La parte S es una gran cuenca con alturas que oscilan entre los 700 y los 1 400 m, con el desierto de Takla Makan en el centro. Esta cuenca se halla rodeada de altas montañas: los Kunlunshan, al SO; los Tian Shan, al N; y los Altin Tagh, al E. Al E de Xinjiang, rodeando la República Popular de Mongolia, se encuentra la meseta de Mongolia interior; con una altitud media de 1 000 m, tiene una topografía plana y un clima árido, lo que explica la formación de desiertos como los de Gobi y Ordos. La circulación atmosférica, junto con la elevada altitud de algunas regiones y la vastedad del territorio, constituyen rasgos determinantes de la diversidad climática de China.

El país puede dividirse en dos grandes regiones climáticas: la China oriental o monzónica, que cabe subdividir entre una zona continental del NE y una zona subtropical del S; y la China occidental, fría y árida, que comprende los desiertos del NO y las tierras tibetanas. La región oriental se caracteriza por la presencia de los monzones, vientos periódicos que soplan unos meses en una dirección y otros en la opuesta.

El monzón de invierno es una masa de aire polar, fría y seca, procedente de Siberia en dirección al mar, mientras que el monzón de verano es un viento cálido y húmedo, procedente del Pacífico, que penetra en la China, debilitándose cuanto más al interior, y que llega hasta los bordes de Mongolia interior y del bloque tibetano. El fenómeno monzónico explica la notable pluviosidad durante el verano, y la existencia de inviernos secos y fríos en la parte más sudoriental.

La zona NE del país (Manchuria), presenta un clima continental: las temperaturas son extremadas en invierno y cálidas en verano, mientras que las precipitaciones son moderadas, en torno a los 700 mm anuales. Según se avanza hacia el S, los inviernos se vuelven menos rigurosos, mientras que los veranos son muy calurosos. En el SE el clima es de tipo subtropical, húmedo y caluroso. Las precipitaciones, de origen monzónico, son muy abundantes y las temperaturas son suaves en invierno y muy altas en verano. Entre ambas zonas se halla una región intermedia, con un tipo de clima particular, conocido como el clima chino; constituye una zona de transición entre el semiárido del N y el subtropical del S, con precipitaciones y temperaturas moderadas. Destaca el papel de divisoria climática ejercido por los montes Qinling. En la China occidental, en cambio, la cordillera del Himalaya ejerce la función de barrera, evitando la penetración del monzón del Pacífico. Las precipitaciones son muy escasas, y la aridez generalizada.

El clima se vuelve más seco cuanto más al interior, y más frío cuanto más al N (desiertos fríos de Takla Makan, Ordos y Gobi). En el SO la altitud es un factor determinante que acentúa la aridez y las bajas temperaturas de la meseta tibetana. La regionalización climática de la China, junto a las características del suelo, se traduce en una zonación de la cubierta vegetal: la parte NE del país, en el área comprendida entre el Yangzi, el litoral y el Gran Xingan, presenta dos tipos de vegetación diferenciados, según la naturaleza de los suelos; sobre los terrenos aluviales aparece una estepa densa y una substitución progresiva del bosque natural por cultivos agrícolas, mientras que en los suelos castaños se desarrollan bosques caducifolios, de especies muy variadas (robles, abedules, castaños, olmos, etc.). Con la altitud aparecen las coníferas.

En la zona SE del país las abundantes precipitaciones someten los suelos a un lavado intenso, por lo que éstos son pobres y mediocres; en esta región son comunes los bosques tropicales de árboles de madera dura (bambúes, con lianas y helechos). Hacia el N le sucede la zona de clima chino, donde se alternan los caducifolios y los perennifolios, configurando el denominado bosque chino, sustituido por el monte bajo en lo alto de las colinas. Los escasos bosques que subsisten presentan sobre todo coníferas (cedros).

En la parte occidental del país, las áridas regiones del N constituyen el dominio de la vegetación esteparia fría, sustituidas progresivamente, con la latitud, por el desierto. Presentan suelos pobres en humus y muy calizos, que dan paso a formaciones minerales que el viento acumula en dunas. Únicamente en las laderas de las montañas aparecen suelos más ricos, que permiten el crecimiento de coníferas y, en las zonas más elevadas, de prados alpinos.

En los valles tibetanos, al SO del país, se puede encontrar una vegetación densa, integrada sobre todo por coníferas. En las mesetas, en cambio, la extrema aridez sólo permite el desarrollo de estepas de gramíneas. China cuenta con numerosos ríos, algunos de los cuales muy caudalosos. Las precipitaciones, distribuidas irregularmente sobre el territorio y con una estacionalidad muy acusada, determinan la desigualdad de los regímenes fluviales.

La topografía articula una serie de cuencas hidrográficas: la del Pacífico, la del Índico y la del Ártico, a las que cabe añadir un conjunto de cursos internos. Más del 80% de los ríos desembocan en el océano Pacífico y su curso se desarrolla enteramente en territorio chino. Entre ellos se hallan los tres ejes fluviales más importantes: el Huanghe, o río Amarillo, el Changjiang, o río Azul, y el Hsi. El río Huanghe (5 200 km), es el más septentrional de China; nace a unos 4 500 m de altitud, en una depresión lacustre de la meseta tibetana. Su curso y la totalidad de su cuenca se extienden de O a E, desde los montes Kunlun hasta el mar de Bohai, al N de la península de Shantung.

El Changjiang, o río Azul, es el curso fluvial más largo y caudaloso (5 525 km), y la cuarta arteria fluvial del mundo; su cuenca abarca ampliamente los 1 800 000 km2, de los que 1 300 000 constituyen la China del centro. Nacido en las mesetas del Tibet oriental, el río presenta una primera sección montañosa orientada hacia el S. Tras unos 1 000 km de recorrido, se dirige hacia el E, hacia la cuenca del Sichuan. En su curso medio fluye por la gran llanura oriental, describiendo numerosos meandros. Es en este sector donde las inundaciones causadas por el desbordamiento de las aguas resultan más catastróficas, ya que las orillas se encuentran a menudo a escasos centímetros por encima del lecho, levantado por grandes cantitades de aluviones. El río Azul desemboca, formando un delta, en el mar de la China oriental, al N de Shanghai; sus principales afluentes son el Huai, el Han y el Min. El río Hsi, en la China meridional, nace en las altas tierras de Yunnan y desemboca en Guangzhou, al S.

Otros ríos importantes de la cuenca del Pacífico son el Liaho y el Xijiang, cuyo curso inferior, unido al de otros ríos, constituye el río de las Perlas. En la región del Tibet, al extremo sudoccidental, nacen diversos ríos que transcurren en su mayor parte por otras naciones, desembocando en el Ártico y en el Índico; es el caso del Brahmaputra, el Irawadi y el Indo. La parte noroccidental está ocupada por cuencas endorreicas (que no desembocan en el mar), alimentadas por aguas procedentes de la fusión de las nieves: tal es el caso del Tarim.

La República Popular de China tiene una extensión total de 9.600.000 km2 lo que la convierte en el país más extenso de Asia, el tercero del mundo en superficie y 19 veces más grande que España.

Limita con 15 países, sumando sus fronteras terrestres 22.800 km.Tiene una línea costera de 18.000 km, que alcanzan los 32.000 km si se les añaden los 14.000 km de costas pertenecientes a las islas.

 

 

Historia

La civilización china se remonta a una antigüedad que supera los 200 000 años. Se originó en las cuencas fluviales del Huanghe, del Wei y del Lo, cuyas características geográficas favorecieron el asentamiento humano y la posterior aparición y desarrollo de una agricultura intensiva, basada en el control del agua a través del trabajo organizado y con una sólida estructura social. Desde el segundo milenio, esta cultura se extendió a través del territorio de China, adoptando el carácter de una enorme colonización campesina, que siguió las direcciones N-S y E-O.

El movimiento colonizador hacia el S, que llegó hasta la cuenca tropical del Xi Jiang, estimuló la implantación de la cultura del arroz, que ha permanecido inmutable hasta nuestros días. La expansión de China hacia Mongolia, el Xinjiang y el Tibet vino dada por un intento de controlar las amenazas de los pueblos nómadas procedentes de las estepas, los altiplanos y las montañas que rodean las llanuras del país. Las barreras geográficas interiores favorecieron la formación de dialectos y de fuertes diferencias regionales, que llegaron hasta la división política; a pesar de ello, la unidad de la organización social y de la explotación agrícola se impuso invariablemente sobre las particularidades étnicas y geográficas. Al N, cerca de Pekín, aparecieron restos arqueológicos que muestran la presencia de homínidos primitivos, los sinántropos, con una antigüedad de más de 200 000 años.

En Mongolia y en Manchuria se desarrolló una cultura mesolítica de cazadores y agricultores en el período postglacial. El poblamiento paleolítico se localizó en la periferia de la China actual (Guangxi, Sichuan y Manchuria). A él corresponden los tres legendarios soberanos, Iao, Xun y Iu. Cuenta la tradición que Iu fundó la legendaria dinastia Hsia (ss. XXII al XVII a C), y creó el primer estado chino, que comprendía una parte de las provincias de Henan y Shanxi. El descubrimiento del bronce, a principios del segundo milenio antes de la era cristiana, tuvo unas consecuencias trascendentales: se formó una vasta civilización y apareció la primera dinastía histórica, denominada Shang (ss. XVIII al XII a C), que se expandió hacia el S, desde Henan hasta el Yangtze. Ésta, debilitada por los pueblos vecinos, fue sustituida por la dinastía Zhou, entre los ss. XII y III a C, que procedente del O, estableció un principado en el alto Wei y la capital en Xian. En su primer período, los Zhou impusieron una organización de tipo feudal que aumentó la consolidación de las costumbres agrícolas.

La Gran Muralla, construida durante la Dinastía Qin, fue fruto de una política defensiva ante las continuas amenazas de los pueblos invasores

A mediados del s. VIII a C, las invasiones nómadas del N provocaron el traslado de la capital a Luoyang, en la región de Henan. Al mismo tiempo, el desfallecimiento de los vínculos feudales puso fin al poder de los Zhou. A partir del s. VIII a C, la civilización china se extendió, ocupando un vasto territorio en el curso medio del Huanghe. La unidad cultural de los comienzos se vio amenazada por las tendencias disgregacionistas de los principados periféricos y por la presión de los pueblos bárbaros fronterizos, sobre todo de los mongoles del N. Después de la decadencia de la dinastía Zhou se estableció un sistema pluriestatal, una amplia confederación (período de las cinco hegemonías), en que hubo cinco grandes principados que sucesivamente ejercieron el poder.

Durante los ss. IV y III a C, las disputas feudales entre ellos se convirtieron en verdaderas guerras de anexión, que concluyeron con el triunfo de la dinastía de los Qin. Esta dinastía, aunque breve (años 221 al 206 a C), fue de vital importancia para China, ya que creó las bases de un imperio que habría de mantenerse durante más de dos milenios. Huangti, el primer emperador de la dinastía Qin, llevó a cabo la unificación de China y abolió los últimos vestigios de la organización feudal.

Siguiendo los principios de la escuela legalista, el emperador organizó una administración centralizada y jerarquizada (que perduró a través de todas las dinastías posteriores), intentó la unificación de la cultura y de la ideología chinas, suprimió la libertad de comercio, y otorgó la propiedad de la tierra a los campesinos. Finalmente, adoptó una política defensiva ante las continuas amenazas de los pueblos invasores, con empresas de gran envergadura, como la construcción de la Gran Muralla. Sin embargo, esta costosa política centralista y defensiva provocó una sublevación generalizada de la que salió triunfador el terrateniente Liu Pang, que impuso su autoridad y fundó la dinastía Han (206 a C al 220 d C). Su política, dirigida a fortalecer el poder imperial, continuó la obra unificadora de los Qin.

El emperador Wu (140 al 87 a C) fue la figura más relevante de este período; entre sus aportaciones más destacadas se hallan la sustitución de la ideología oficial legalista por el confucianismo y la introducción de un sistema de reclutamiento de letrados que constituyeron un funcionariado fiel, formado por la importante clase de los mandarines.

La dinastía Han coincidió con un período de expansión comercial y agrícola que se manifestó en la formación de una clase comerciante, en la sustitución de la antigua aristocracia por un grupo de terratenientes más dinámicos, en la roturación de nuevas tierras y en la realización de numerosas obras hidráulicas. Del mismo modo, los Han llevaron a cabo una política expansionista que se materializó en la conquista del N de Corea, la región de Ordos y la zona meridional hasta Cantón. Sin embargo, las sublevaciones campesinas y los ataques de los nómadas de las fronteras noroccidentales obligaron al emperador a ceder el poder a militares y terratenientes.

Después de la decadencia de la dinastía Han, se inició la época denominada de «los tres reinos y las seis dinastías» (220 al 618): China fue dividida en tres reinos, el de Wei (220-265), al N, el de Xu (221-265), al O, y el de Wu (220-280), en el bajo Yangze, en lucha por el poder y en continua retirada hacia el S. Durante este período el país se vio sometido al ataque de diversos pueblos nómadas (tibetanos, turcos y mongoles), sobre todo en el N. Algunos de estos pueblos se establecieron en el valle del Huanghe, lo que provocó una intensa emigración hacia el curso bajo del Yangze, donde se produjo una fecunda fusión cultural.

En el ámbito religioso se asistió a una difusión del budismo y del taoísmo, llegados de la India. Al N del Yangze se formaron, al mismo tiempo, algunos imperios fundados por otras tribus que asimilaron la técnica y la administración chinas sin perder sus vínculos originales. Los Topa-Wei (385 al 557), de la tribu nómada de los Tabghatx, fueron los más importantes. Unificaron el N, adoptaron el budismo y construyeron santuarios rupestres como el de Iungkan, siguiendo las pautas de la escuela greco-india de Gandhara.

En el año 581, Yang Jian, alto funcionario del reino Zhou del N, consiguió someter a la región del S, tras la conquista de Nanjin. De este modo se inició la dinastía Sui (581-618), que reunificó el país después de tres siglos de fragmentación política, económica, cultural y lingüística. Durante este período se construyó el gran canal que unió el Yangze y el Huanghe. Los desastres en las guerras contra los coreanos y los turcos precipitaron la caída de los Sui y la imposición de la nueva dinastía Tang (618-907). Los Tang continuaron la obra de los Sui e inauguraron uno de los períodos más brillantes de la historia de China, que se convirtió en el centro político, económico y cultural de Asia.

Con el emperador Tai-Tsung (712-756) se llevó a cabo una importante reorganización de la administración, que recobró un elevado grado de racionalización y competencia. Bajo el reinado de Hsuan Tsung (712-756), el imperio se expandió al altiplano de Pamir, después de haberse anexionado Corea y Annam, y se enfrentó a los árabes hasta que fue vencido definitivamente en la batalla de Tabas (751). La restauración de la dinastía despues de un período de guerra civil comportó un importante cambio de estructura. La mayoría de los campesinos, oprimidos por un sistema fiscal demasiado duro, fueron reducidos a la condición de proletarios. Las ciudades, en cambio, albergaron una importante burguesía naciente. Durante esta época China conoció un gran desarrollo artístico (poesía y pintura) y científico (cartografía y matemáticas), y entró en contacto con otras civilizaciones, como la japonesa, la coreana, la india y la árabe.

El brillante período cultural y de expansión territorial de la dinastía Tang terminó con la derrota ante los árabes en el 751, en la frontera noroccidental. Desde este momento se inició una fase de decadencia que desembocó en la caída de los Tang, en el 907. A partir de entonces tuvo lugar una nueva fragmentación que se materializó en un período denominado de las «cinco dinastías», que se prolongó hasta el 960. Se caracterizó por el caos político, aunque tuvo lugar un importante desarrollo científico que se plasmó en la invención de la imprenta. Después de la rápida sucesión de las cinco dinastías, se impuso la dinastía Sung (960-1280), que llevó a cabo una nueva unificación y fundamentó su ideología en un confucionismo autoritario. Los Sung reorganizaron el país mediante la imposición de reformas tributarias que aliviaron la situación económica de los campesinos y favorecieron al comercio.

En las ciudades del SE continuó aumentando la importancia social de los capitalistas del gremio mercantil. Uno de los intentos de reforma más radicales fue el de aumentar la riqueza estatal mediante el incremento de la producción y el control del comercio exterior; se establecieron impuestos directos y también aduaneros en los puertos más importantes. Estas medidas, sin embargo, fracasaron ante la oposición de los conservadores mandarines, favorables a los grandes propietarios y comerciantes, y partidarios del liberalismo económico. A pesar de que la época de los Sung se caracterizó por un importante desarrollo cultural, gracias a la difusión de textos impresos, la dinastía perdió el control del NE del imperio, a causa de la formación de reinos bárbaros dentro de sus mismas fronteras. China quedó dividida en dos zonas: la mitad septentrional, ocupada por los Song, y la mitad meridional, en poder de los mongoles de Kitan, que formaron un reino sobre Manchuria y una parte de Mongolia, Hebei y Shanxi. En el siglo siguiente los juchen se establecieron en el reino de Ji, en la China septentrional.

 

Historia: s. XII al XIX

En el año 1126 las invasiones de tribus mongolas y tártaras provocaron el traslado de la capital de Kaifeng a Hangzhou, al S del Yangze. La unión de estas tribus, bajo el poder de Gengis Khan en 1206, representaba una grave amenaza para la China: cinco años después invadieron el país. En 1215 arrasaron Pekín, en 1227 acabaron la conquista del reino de Si-hia y en 1233 del de Kin. La parte meridional, en manos de la dinastía Song, mantuvo una fuerte resistencia contra los invasores, aunque finalmente, en 1279, todo el territorio quedó bajo la autoridad de una dinastía extranjera, la de los Yuan. El nieto de Gengis Khan, Kubilai Khan, trasladó la capital a Khanbaliq (la actual Pekín). Durante esta época el comercio se vio favorecido por el control de la zona occidental, que abrió las rutas hacia el Asia Central y hacia Europa.

Los Yuan desarrollaron las posibilidades comerciales del S (exportación de seda, importación de especias), generalizaron el uso del papel moneda y establecieron una zona de libre cambio desde el Pacífico hasta la Europa oriental. La apertura de estas rutas permitió la entrada de la cultura europea a través de viajeros como Marco Polo y Giovanni de Montecorvino. Políticamente, los mongoles monopolizaron los altos cargos del gobierno, la administración pasó a manos de funcionarios extranjeros (budistas y nestorianos), y la antigua clase social confucianista fue relegada al último puesto de la escala social. Durante este período la población quedó totalmente apartada de la política, la situación de los campesinos fue empeorando progresivamente y a partir de 1325 se generalizaron las revueltas populares. Paralelamente, las familias ricas comenzaron a apoyar los movimientos nacionalistas.

En 1368 tuvo lugar una sublevación, dirigida por el monje budista Zhu Yuanzhang, que destronó a los mongoles y terminó con la dinastía Yuan. Zhu Yuanzhang fue ascendido a emperador con el nombre de Hong-wu y fundó la dinastía nacional de los Ming (1368-1644), estableciendo la capital en Nanjin. La nueva dinastía tuvo por características la revalorización de la época clásica (dinastías Han y Tang), el triunfo de una xenofobia exaltada y una política aislacionista. Opuesto al neoconfucianismo que apoyaba el despotismo del emperador, surgió un confucionismo de tendencias idealistas, que afirmaba la dignidad del hombre y lo convertía en el verdadero centro del universo. Durante este período tuvieron acceso a la clase de los funcionarios personas que no pertenecían a la aristocracia terrateniente; esto provocó el aumento de las grandes propiedades con el consecuente empeoramiento de la situación de los campesinos, cada vez más empobrecidos y más desprotegidos legalmente. La actividad comercial marítima experimentó un desarrollo notable: los barcos chinos llegaban hasta Arabia y África oriental, y los comerciantes controlaban las rutas marítimas, estableciendo colonias en las islas del Índico. El emperador Iong-lo (1404-1424), trasladó la capital a Pekín y reivindicó la soberanía china sobre Corea, el Tibet e Indochina. A partir de mediados del s. XVI se multiplicaron los contactos con el exterior y aparecieron los primeros europeos.

En 1555 los portugueses fundaron un establecimiento comercial en Macao, y posteriormente llegaron los primeros holandeses y los primeros ingleses. Sin embargo, a finales de siglo la actividad de los piratas japoneses provocó una creciente inestabilidad, aprovechada por los manchúes, descendientes de los juchen de Manchuria, que conquistaron todo el imperio en 1644. Los manchúes, que habían formado un imperio donde los principios administrativos chinos se fusionaban con sus instituciones tribales, respetando las tradiciones y la organización social del país, proclamaron la dinastía Qing o Manchú (1644-1912), reconocida por toda China en 1658. El primer siglo de dominio manchú significó una etapa de estabilidad interior y un momento de máxima expansión territorial: la totalidad del imperio comprendía Manchuria, el Turquistán, Mongolia y el Tibet. Annam (el posterior Vietnam), Birmania y Nepal reconocieron las fronteras meridionales de China, a lo que se le añadió el hecho de la conquista de Formosa en el año 1680.

Por otro lado el país, en igualdad técnica con Europa, abrió las puertas a los jesuitas, representantes de la cultura, la técnica y la religión europeas. Sin embargo, con la muerte de Kang Hsi (1722), se puso fin a la tradicional tolerancia y apertura al exterior: en 1724 se prohibió la difusión del cristianismo, aunque los jesuitas pudieron continuar sus actividades técnicas. En esta situación actuaron como intermediarios en el Tratado de Kiakhta (1727), que reguló la frontera chino-siberiana con Rusia. Durante este período el desarrollo agrícola se vio favorecido por la confiscación de las grandes propiedades, el reparto de tierras y la supresión de los impuestos. Este desarrollo se materializó en el uso de nuevas técnicas agrícolas y la introducción de nuevos cultivos, como el maíz y el tabaco. Por otro lado, el comercio se incrementó con el asentamiento de colonias europeas (portuguesas, holandesas y británicas), y la población experimentó un incremento espectacular: pasó de 150 millones de habitantes en 1600 a 400 millones a comienzos del s. XIX. El período de prosperidad económica, sin embargo, acabó a finales del s. XVIII, dando paso a una etapa de crisis política, económica y social. El principal motivo fue la ausencia de la revolución industrial, que situó al país en una posición de desventaja respecto a Europa. Consecuentemente, las potencias occidentales incrementaron su penetración comercial y China se vio obligada a admitir los establecimientos extranjeros en sus puertos y a firmar concesiones mineras y ferroviarias. Las reformas económicas toparon con el conservadurismo de las clases altas y la oposición de los gobernantes, lo que provocó el aumentó de la inestabilidad política.

El primer conflicto con una potencia europea fue con Inglaterra, como consecuencia del establecimiento de la Compañía de las Indias Orientales; en 1839, los británicos aprovecharon la destrucción de un cargamento de opio (mercancía que introducían en China desde la India), para declarar la guerra a la dinastía manchú, la denominada Guerra del opio (1839-1842), que se saldó con la derrota de China. Por el Tratado de Nanjin los británicos consiguieron la cesión de Hong-Kong como base naval y comercial y, además, el gobierno se comprometió a abrir cinco puertos al comercio británico: Shanghai y Cantón, los dos más importantes del país, junto a Amoi, Fuzhou y Ningpo. Finalmente, los ingleses exigieron la regularización de las tarifas comerciales y de las relaciones entre funcionares chinos y británicos. En los años siguientes la inestabilidad interior continuó.

En 1851 el movimiento Taiping, de carácter religioso, organizó un estado independiente en el S, en respuesta a los abusos cometidos por los extranjeros y los excesivos impuestos, conquistó Nanjin (1853), e intentó extender su poder por el N del país. China, abierta ya al comercio, se convirtió en presa de los intereses extranjeros y se vio obligada a hacer nuevas concesiones. Por el Tratado de Pekín (1860), se abrieron once nuevos puertos y se ofrecieron más ventajas a los capitales exteriores. Durante el gobierno del emperador Tzu Hsi (1861-1908), Rusia obtuvo el extremo NE de China, la cesión del Puerto Arthur (1898), y los derechos sobre los ferrocarriles de Manchuria. Japón, con posterioridad a la primera guerra chino-japonesa (1895), consiguió la independencia de Corea y la isla de Formosa, además de la apertura de nuevos puertos, e Inglaterra obtuvo el N de Birmania y Weihai (1898). Además, el imperio cedió a los franceses el territorio de Indochina y Kuang-txeu (1898).

 

Historia: siglo XX

Los círculos nobiliarios cercanos a la emperatriz Cixi fomentaron motines contra la política imperialista que practicaban las potencias occidentales y Japón, que culminaron en 1900, cuando los bóxers, sociedad secreta contraria a la penetración de la influencia occidental, sitiaron las legaciones europeas en Pekín. Esta situación provocó la intervención conjunta de las fuerzas estadounidenses, alemanas, británicas, francesas, rusas y japonesas (1911), que liberaron las legaciones y consiguieron nuevas ventajas comerciales. Después de la derrota de los bóxers, se adoptaron los sistemas occidentales de educación, organización militar y administración, y la debilitada dinastía Qing llegó a su fin con la revolución de 1911.

En 1911 Sun Yat-sen, apoyado por estudiantes y trabajadores de las ciudades,fundó en la ciudad de Cantón el partido nacionalista conocido como Kuomintang,que tenía como principios fundamentales la unificación nacional, la democracia y el aumento del nivel de vida del pueblo. En octubre del mismo año estalló un movimiento revolucionario que concluyó con la abdicación del último emperador manchú, Xuantong, en 1912. Sun Yat-sen ofreció la presidencia de la nueva República a Yuan Shikai, general del ejército del emperador, mientras que Sun se reservó la dirección de la Asamblea Nacional. Sin embargo, la constitución democrática de 1913 no llegó a entrar en vigor debido a las pretensiones autoritarias y personalistas de Yuan. A su muerte (1916), el país cayó en un período de guerras civiles, situación que fue aprovechada por los japoneses para apoderarse de las posesiones alemanas en China (Shandong y Qingdao).

A partir de 1917 el gobierno de Pekín dirigió la política exterior hacia la cancelación de los privilegios extranjeros; con esta intención intervino en la Primera Guerra Mundial, al lado de las potencias aliadas. La conferencia de Washington (1921-1922) acordó la evacuación de los japoneses de la península de Shandong y garantizó la integridad territorial de China. Sin embargo, no se consiguieron progresos definitivos hasta 1927. En 1923, Sun Zhongshan, ante la insuficiente protección de las potencias occidentales, buscó el apoyo soviético y lo consiguió a cambio de aliarse con el recién fundado Partido Comunista Chino de Mao Zedong (Mao Tse-Tung) y Chen Duxio. Sun realizó importantes reformas políticas y sociales. Tras su muerte, en 1925, le sucedió el general Chiang Kai-shek, que conquistó el poder mediante un golpe de estado y unificó el país, derrotando a los generales locales que se habían convertido en señores regionales. Receloso por el aumento del prestigio de los comunistas, emprendió una serie de persecuciones contra los miembros del partido, con lo que se inició la segunda guerra civil (1927-1936). Bajo la dirección de Mao, grupos comunistas refugiados en Hunan y Xiangxi se organizaron en guerrillas y formaron un gobierno popular que procedió a repartir las tierras entre los campesinos. A pesar de que Chiang expulsó a los comunistas del S de China, no fue capaz de dominar el frente revolucionario, que se instaló en la provincia de Shenxi, al N, después de recorrer 10 000 kilómetros («la larga marcha»)

A principios de la década de 1930, los campesinos de las regiones centrales, bajo la dirección del partido comunista, se constituyeron en comités locales y procedieron a la organización de milicias populares, que aumentaron las filas del ejército revolucionario dirigido por Mao y Lin Piao. Mientras tanto, los japoneses aprovecharon la situación de guerra civil para invadir Manchuria (1931) y convertirla en un estado vasallo; en 1937 atacaron el N del país, conquistando Shanghai y Nanjin. De este modo se inició la segunda guerra chino-japonesa (1937-1945), que incitó a las fuerzas de Chiang a pactar con el ejército comunista para coordinar la acción militar contra los invasores. Sin embargo, el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial debilitó las posiciones japonesas en China.

En 1945, tras la capitulación y la consecuente retirada de las tropas niponas del territorio chino, se reanudó la guerra civil. Chiang contaba con un ejército mejor dotado y con el apoyo estadounidense, pero fueron perdiendo terreno progresivamente, especialmente en la región N. Además, el régimen de Chiang cayó en una semianarquía, agravada por la escasez económica y la inflación, y perdió el apoyo popular de los intelectuales y de gran parte de la burguesía. Los Estados Unidos retiraron la ayuda a Chiang debido a la corrupción que reinaba en su gobierno, mientras Mao gozaba de mayor prestigio y del apoyo soviético. En 1947, aprovechando la excesiva dispersión de las tropas nacionalistas, el ejército rojo conquistó toda la China del N. Tras una serie de campañas victoriosas, Mao tomó Nanjin y Shanghai (abril de 1949), y en octubre de ese mismo año proclamó la República Popular de China.

A principios de 1950 estaba conquistado el territorio, excepto la isla de Taiwan (Formosa), donde Chiang constituyó un gobierno nacionalista que fue reconocido como legítimo representante del pueblo chino por las potencias occidentales, hasta la década de 1970. La proclamación de la República Democrática Popular representó el inicio de un proceso de intensas transformaciones políticas, económicas y sociales. Una asamblea popular eligió como presidente de la República a Mao Zedong, primer secretario del partido comunista, y Zhou Enlai jefe del Gobierno y ministro de Asuntos Exteriores; en 1954 fue aprobada la nueva Constitución, que definía China como un estado estructurado según los principios del centralismo democrático. Sin embargo, las minorías nacionales y religiosas gozaron de una cierta autonomía: la Iglesia católica se apartó del Vaticano (cisma chino), y los misioneros extranjeros fueron expulsados. Se inició una reforma agraria que puso fin al tradicional sistema latifundista. Por otra parte, las relaciones con la Unión Soviética aumentaron con el triunfo de la revolución; el nuevo estado socialista de China alineó su política exterior con los países europeos del bloque soviético.

En 1950, la República Popular ocupó el Tibet, estado con una posición estratégica clave para el dominio de China. En 1956 le concedió la autonomía interna, después de haber llevado a cabo la reforma agraria y de suprimir el poder feudal de los sacerdotes budistas (lamas). Por otra parte, a principios de la década de 1950 tuvieron lugar enfrentamientos con otros países, como la India y Pakistán. Además, intervinieron en la Guerra de Corea apoyando al gobierno comunista del N contra el del S, respaldado por las Naciones Unidas.

Con la revolución de 1949, China dejó de ser un país atrasado y resolvió el gran problema alimentario. Los resultados favorables del primer plan quinquenal impulsó, en 1958, la puesta en marcha de un segundo plan, que se conoció como el «gran salto adelante». Se proponía acelerar la implantación de la sociedad comunista, encuadrando a los ciudadanos en comunas populares, en las que todos los aspectos de la vida estaban colectivizados. El resultado tuvo un éxito relativo, ya que paralelamente surgieron graves problemas internos y externos.

En 1959 se produjo una sublevación en el Tibet y, un año después, las relaciones con la Unión Soviética entraron en una profunda crisis, motivada por las disputas territoriales a lo largo de la frontera común y, por otro lado, por las divergencias ideológicas sobre la concepción de la estrategia comunista mundial. Mientras que la Unión Soviética, desde el XX Congreso del PCUS, propugnaba la vía pacífica y parlamentaria como medios para llegar al socialismo, la República Popular China se mantenía partidaria de la revolución armada, especialmente en los países del Tercer Mundo. Sus relaciones con el continente africano empeoraron, sobre todo después del aplazamiento de la conferencia afroasiática de Algeria (1965), y el resultado fue una pérdida de prestigio para China y el inicio de una fase de retroceso en su política exterior. Internamente, el partido se dividió en dos sectores: uno partidario de mantener la pureza ideológica del comunismo chino, representado por Mao y Lin y apoyado por el ejército, que propugnaba la revolución armada; y un sector revisionista, representado por Liu Shaoqi (presidente del estado tras la dimisión de Mao), y Deng Xiaoping, apoyado por los sindicatos, que era partidario de las tesis soviéticas de coexistencia pacífica. Mao abandonó la presidencia de la República el 17 de abril de 1959, pero se mantuvo como presidente del Partido Comunista. Sin embargo, en 1966, el triunfo del sector más radical se materializó con la campaña «antirrevolucionista», denominada revolución cultural, que activó la movilización masiva de la juventud china, con la exaltación de la figura y las doctrinas de Mao, y que promovió la progresiva sustitución, en el seno del partido y de la administración, de los revisionistas por partidarios de las doctrinas de Mao. El IX Congreso del Partido Comunista (abril de 1969), representó el fin del proceso revolucionario y la estabilización de la dirección política y militar del país. Mao se erigió como el máximo líder del país, y Lin fue considerado su sucesor. Sin embargo, una reacción posterior provocó la caída de Lin y otros dirigentes de su línea. Esta remodelación tuvo como consecuencia la consolidación de Zhou y la rehabilitación de algunas figuras pragmáticas de la revolución cultural, como Deng.

En la década de 1970, la política internacional china se orientó hacia la distensión y la moderación, lo que, junto con la posterior normalización de las relaciones con los E.U.A., favoreció el reconocimiento diplomático de China por parte de los principales estados occidentales. En 1975 se promulgó una nueva Constitución basada en los principios de la revolución cultural, y comenzó una campaña antirrevisionista que culminó en abril de 1976 con la destitución de Deng por Hua Guofeng. Sin embargo, tras la muerte de Mao (9 de septiembre de 1976), Hua, el nuevo hombre fuerte del país, encarceló a los elementos más izquierdistas, con lo que inició una nueva era más pragmática. La política de modernización y liberalización creada a raíz de la muerte de Mao, se fortaleció con la gradual caída de Hua, que en 1980 cedió el cargo de primer ministro a Zhao Ziyang, un cercano colaborador de Deng Xiaoping, y al año siguiente se vio obligado a abandonar la presidencia en favor de Hu Yaobang, otro protegido de Deng.

A pesar de mantenerse en el cargo de vicepresidente del partido, Deng se convirtió en el hombre fuerte del régimen, promoviendo la promulgación de una nueva constitución en 1982 y acelerando el proceso liberalizador. Este proceso se materializó en acuerdos destinados a poner fin a los enclaves coloniales en territorio chino. Un convenio firmado con el Reino Unido, en 1985, comprometía a los británicos a devolver Hong-Kong a la jurisdicción china en 1997. En 1987 se firmó un acuerdo similar con Portugal, que se comprometía a devolver la antigua colonia comercial de Macao. Sin embargo, todo este proceso liberal no fue suficiente. Durante los últimos años de la década de 1980, las demandas populares en favor de la democracia se hicieron cada vez más fuertes. Atacado por los tradicionalistas, Hu renunció a la secretaria general del partido en 1987 y fue reemplazado por Zhao. Li Peng, defensor de la línea dura, pasó a ocupar el cargo de primer ministro.

En 1989, miles de jóvenes se apoderaron de la plaza Tiananmen de Pekín demandando mayor democracia; tras un breve período de indecisión, las fuerzas armadas atacaron a los manifestantes causando cientos de bajas. Zhao, acusado de simpatizar con el movimiento democrático, fue sustituido por Jiang Zemin y Li Peng se mantuvo en el cargo de primer ministro. Con la caída del comunismo en la Europa del Este y el derrumbamiento de la Unión Soviética (1990-1991), China vio la necesidad de reestablecer las relaciones con los países de libre mercado y, de este modo, reinsertarse en el nuevo orden mundial. El XIV Congreso del Partido, a finales de 1992, consagró la línea propugnada por Deng del llamado «socialismo de mercado con características chinas», que tenía como principio fundamental la apertura hacia el exterior, a través del desarrollo del comercio con Occidente. Jiang Zemin fue nombrado presidente de la República en marzo de 1993.

 

Sociedad

La población de China se compone de un gran número de grupos étnicos. Aunque todos sus habitantes provienen del tronco mongol, es un país multinacional, tanto étnica como lingüísticamente. En su mayoría, la población pertenece al grupo han (chino), que se concentra básicamente en la mitad oriental de la república, ocupando aproximadamente el 40 % del territorio. El resto lo componen 55 grupos minoritarios, con tradiciones culturales, lenguas y religiones propias. Se localizan preferentemente en el O y en la periferia del país, donde los han se han asentado en tiempos más recientes y, por tanto, no han conseguido absorber a las otras etnias.

El mayor número de grupos étnicos minoritarios se distribuye en zonas que gozan de una autonomía y de un gobierno propios. El estado ha concedido parcelas de libertad política para estas minorías, con el fin de preservar sus lenguas y culturas y el desarrollo de sus modos de vida particulares. Sobre estas regiones autónomas se asientan las bases de la distribución geográfica de las diversas nacionalidades de China. El país se compone de cuatro grandes familias lingüísticas y étnicas: la sino-tibetana y la altaica son las más importantes; la indo-europea y la austro-asiática constituyen dos familias con una población muy minoritaria.

A la familia sino-tibetana pertenecen los han, los manchúes, los chuang, los tibetanos y los miao-yao. El grupo han, mayoritario, presenta grandes diferencias raciales y dialectales, aunque, a pesar de ello, comparte cultura y tradición. Los manchúes son los descendientes de los guerreros del mismo nombre que invadieron China durante el s. XVII y fundaron la dinastía Ch'ing. Forman un grupo integrado completamente a la lengua y a la cultura han, debido a la coexistencia entre ellos en la parte N y NE del país. Los chuang constituyen el grupo minoritario más numeroso, en su mayoría se concentran en la Región Autónoma Chuang de Kwangsi, aunque también se hallan representados en las vecinas regiones autónomas de Yunnan y Kwangtung. Es un pueblo agricultor, cuyo modo de vida se ha basado tradicionalmente, y sigue basándose, en la cultura del arroz. Los tibetanos se encuentran casi por completo en los territorios del bloque tibetano; en menor número se encuentran en los condados autónomos de Tsinghai, Szechwan, Yunnan y Kansu.

Aunque conservan la mayoría de sus características tribales, los tibetanos han abandonado progresivamente el nomadismo tradicional convirtiéndose en agricultores. Los miao-yao, concentrados en su mayor parte en la región de Kweichow, también se distribuyen por las provincias del centro y del SO, y en pequeñas áreas del E. Se subdividen en varios grupos, muchos de los cuales han perdido sus características tribales por la influencia han, y sólo conservan la lengua como rasgo distintivo. En algunas regiones, sobre todo al SO, aparece una mezcla de varios grupos étnicos diferentes.

Las barreras lingüísticas y geográficas han dado lugar a un cierto aislacionismo entre ellos y a la preservación de sus características económicas y culturales particulares. En las zonas accesibles y con menor altitud, sobre todo en los valles más fértiles y más aptos para el asentamiento urbano, los han han ejercido su influencia, mientras que en las zonas montañosas se conservan los grupos tribales originales que subsisten a partir de formas agrícolas primitivas. Mientras que las minorías de la gran familia sino-tibetana se concentran en el S y SO de China, la segunda gran família --la altaica--, se halla representada por minorías del N y de NO, dividida en dos ramas principales: la turca y la mongol.

La rama turca, de tradición musulmana, constituye la más antigua de la familia altaica. Los uighur forman el grupo minoritario más numeroso. Se distribuyen a lo largo de los oasis de Dzungaria, Tarim y Sinjiang, dependiendo mayoritariamente de la agricultura de regadío para subsistir. Otras minorías turcas son los kazakh y los kirgiz, pueblos pastores nómadas, que todavía conservan características de organización tribal. Los kazakh habitan en el NO y NE de Sinjiang, establecidos en la Región Autónoma de Ili Kazakh, mientras que los kirgiz se dedican al pastoreo de alta montaña y se concentran mayoritariamente al O de Xinjiang.

Los mongoles, la segunda rama de la familia altaica, constituyen la minoría más dispersa sobre el territorio del país, debido a su tradición nómada. Muchos de ellos habitan en la región de Mongolia Interior y un pequeño grupo se distribuye en los territorios comprendidos entre Xijiang hasta Tsinghai y Kansu, y en el interior de las provincias del NE (Kirin, Heilungkiang y Liaoning). Además, los mongoles se establecieron antiguamente en dos regiones autónomas (Kazakh y Tsinghai), que comparten con los tibetanos.

A pesar de que algunos mongoles siguen conservando sus actividades de pastoreo, la mayoría vive de la agricultura sedentaria, complementada por las actividades ganaderas. Unas pocas minorías de China proceden de la familia indo-europea (los tadzhik, pertenecientes a la rama iraní y concentrados al O de Xinjiang), y de la familia austro-asiática (los kawa, de la rama mon-khmer, situados al límite más occidental de China).

El hecho de que China sea el país más poblado de la Tierra le confiere un interés demográfico destacado: una quinta parte de la población mundial vive en China. La gran masa de población constituye un fenómeno antiguo, fruto de una alta natalidad, que no ha sido posible neutralizar a pesar de la alta mortalidad. Las densidades de población son muy elevadas, considerando la economía fundamentalmente agrícola y el asentamiento humano básicamente rural. La población se ha multiplicado por veinte desde principios de la era cristiana.

En el siglo II había 57 millones de chinos; durante el siglo XII China gozó de un período de prosperidad económica que repercutió en un aumento demográfico importante, alcanzando los 100 millones de habitantes. A mediados de 1750 sumaba 200 millones, y un siglo después la cifra se había duplicado. En 1953, el primer censo riguroso contabilizó 583 millones de habitantes.

A partir de 1950, la estabilidad social, la introducción de mejoras sanitarias y el incremento del nivel de vida condujeron a un aumento en la tasa de natalidad que se materializó en un rapidísimo incremento de la población. A principios de la década de 1990 el país superaba los 1 100 millones de habitantes.

A partir de la década de 1950 comenzó la aplicación de medidas antinatalistas, ante el rápido y progresivo aumento de la población

El rápido y progresivo aumento de la población, con la consecuente limitación de recursos y el descenso de la calidad de vida, planteó al gobierno la necesidad de establecer medidas antinatalistas. A partir de la década de 1950 se iniciaron los programas de control de la natalidad, basados en las recomendaciones para retrasar la edad del matrimonio, la difusión de los métodos anticonceptivos y la penalización de las familias con más de un hijo. Estas medidas drásticas no fueron efectivas hasta mediados de la década de 1970, momento en que el crecimiento vegetativo se redujo del 2,6% anual a poco más del 1%.

No obstante, la población continuaba aumentando cada año, y a principios de la década de 1990 el crecimiento vegetativo se situaba en el 1,5%, con una tasa de mortalidad relativamente baja y una natalidad que continuaba siendo elevada. La esperanza de vida se situaba en los 70 años de edad (1990). Además de la población que vive en la república popular, una numerosa colonia china que a finales del s. XX superaba los 17 millones de personas, habita en otros países, sobre todo en el SE asiático, en el SO de los Estados Unidos y en Europa. Estos grupos proceden de antiguas emigraciones anteriores a la revolución de 1949, momento en que se limitaron las salidas del país.

Debido a las complejas condiciones naturales, la distribución de la población de China es muy irregular. Las densidades contrastan notablemente entre la mitad oriental y los territorios del O. Las más elevadas se encuentran en la costa y en los valles aluviales fértiles, especialmente en los deltas de Yangtze y del río de las Perlas y en la llanura de Ch'eng, al O de Szechwan, superando los 1 000 habitantes por km2. En contraste, la mitad occidental del país tiene un clima que reduce al mínimo el asentamiento humano (desiertos del Tibet o de Xinjiang). Solamente en las zonas bien irrigadas de los bordes montañosos se encuentran algunos núcleos de población.

Las migraciones internas del s. XX han tenido un papel importante en la configuración de la distribución actual de la población. La inmigración de los han en el territorio de Manchuria, al NE del país, constituye uno de los movimientos poblacionales más significativos del siglo, sobre todo a partir de la década de 1920, en que los agricultores del S se establecieron en las fértiles tierras de regadío en la región del NE.

A partir de 1949 el gobierno inició una política planificada de las migraciones hacia las zonas interiores y fronterizas, con el fin de fomentar el equilibrio territorial del país. Consecuentemente, se inició un incremento demográfico y un desarrollo de pequeñas ciudades industriales y mineras, apoyado por la construcción de nuevas vías de comunicación que atravesaban grandes extensiones. A finales de la década de 1980, aproximadamente el 30% de la población de zonas interiores, como Mongolia Interior, Xijiang, Heilungkiang y Tsinghai, se componía de inmigrantes, en gran parte procedentes del grupo han.

Según datos de 2004, China cuenta con una población de cerca de 1300 millones de habitantes (casi treinta veces la de España), de los cuales el 48.5% son mujeres y el 51.5% varones.

El índice de natalidad es de 12.29‰ y el de mortalidad es de 6.42‰.La República Popular China es un país unificado y multiétnico. De sus 56 grupos étnicos, el pueblo Han ocupa el 91,02 por ciento del total de la población, y el resto de 55 etnias minoritarias el 8,98 por ciento. Las áreas habitadas por las minorías étnicas representan entre el 50 y el 60 por ciento del territorio nacional.

El idioma nacional es el chino mandarín (Putonghua o lengua de uso común), que está basado en el dialecto de Pekín. De las 55 minorías étnicas, a excepción de los habitantes Hui y Manchú, que usan también la lengua nacional, las demás 53 etnias usan lenguas propias y 23 tienen su propia escritura. Existen entre seis y doce grupos regionales de chino -dada la diversidad sociopolítica y cultural existente, hay una gran controversia a la hora de catalogar las variantes como lenguas o dialectos-, siendo el mandarín el más hablado con unos 800 millones de hablantes, seguido del wu con 90 millones, y el can¬tonés con 70.

A fin de que haya un chino estándar, los gobiernos de China, Taiwán y Singapur utilizan el mandarín como lengua gubernamental, de instrucción en las escuelas y en los medios de comunicación.

China es un país con múltiples religiones y más de 100 millones de creyentes. En el país se profesan el budismo, el islamismo y el taoísmo, propio de China, que son las creencias de mayor difusión entre la po¬blación.Además están el catolicismo y el cristianismo, el chamanismo, la iglesia ortodoxa oriental y la religión dongba. La libertad de cultos está reconocida por la Constitución y el gobierno protege las actividades religiosas.

 

Economía

La población china es mayoritariamente rural; a principios de la década de 1990, más del 80% vivía en el campo. No obstante, a partir de 1950 se produjo un progresivo aumento de la población urbana, resultado del desplazamiento de numerosos colectivos rurales a la ciudad como consecuencia de la demanda de mano de obra que impulsó el desarrollo industrial. Hasta la revolución de 1949 la industria era poco importante y las ciudades tenían una función casi exclusivamente administrativa y comercial. Posteriormente, las grandes urbes chinas se convirtieron en importantes centros industriales y comerciales. Destacan las ciudades de la parte oriental del país: Pekín (la capital), Tianjin, Shanghai y Guangzhou. Las tres primeras se constituyen en municipalidades, comprendiendo la ciudad central y algunos distritos subordinados; Pekín comprende la ciudad propiamente dicha y cinco distritos.

A partir de la década de 1950 la ciudad se convirtió en un importante núcleo industrial, con la puesta en explotación de las minas de carbón de Mentougou y Mouzhengqiang y de las minas de hierro de Shuizhang y Qienan, todas ellas en la zona suburbana del O, donde se ha creado un gran combinado siderúrgico. Las industrias de transformación (químicas, textiles, construcciones mecánicas, material eléctrico y electrónico), se han localizado preferentemente en la zona suburbana del E. A esta función industrial hay que añadir las responsabilidades administrativas derivadas de la capitalidad del estado, así como las culturales.

En Pekín se hallan la Asamblea Nacional, el Consejo del estado, los ministerios, los tribunales superiores de justicia y los organismos centrales del Partido comunista y del sistema de planificación económica, al tiempo que cuenta con numerosas instituciones culturales. La ciudad ejerce todas estas funciones gracias a una completa red de comunicaciones, en forma de estrella, de la que ella es el núcleo: enlaces ferroviarios con Wuhan y Cantón, con Shanghai, con el Shandong y el NE, con Ulán Bator y el Transiberiano, con Taiyuan y el Shanxi, con X'ian, con el Xinjiang, con el Sichuan y con la península Indochina. Las tierras de la municipalidad de Pekín que rodean la ciudad por el S y el E constituyen una rica región agrícola, gracias a una vasta red de irrigación, y un centro ganadero que abastece a la capital. Shanghai es una municipalidad que sobrepasa los 10 millones de habitantes: la segunda ciudad más grande de Asia, después de Tokio.

Situada en la costa del mar de la China oriental, en el delta del Yanghse, es un centro estratégico para las relaciones entre el N y el S. Se constituye como el mayor puerto del país y uno de los primeros del continente asiático, así como un gran centro industrial y comercial. Desde su obertura al comercio europeo, a finales del s. XIX, desarrolló una importante industria (textil, petrolífera, naval, siderúrgica, mecánica, química y alimentaria). Tianjin, al SE de Pekín, engloba la ciudad de este nombre y cinco distritos subordinados. Situada en la desembocadura del Hai, es el mayor puerto de la China septentrional y uno de los núcleos industriales más importantes. Su puerto, Xingang, desempeña un papel de primera magnitud para el comercio con Japón, el Asia meridional y Europa. Cantón es la capital de la provincia de Guangdong. Situada en el sector NE del delta del Xi Jiang, constituye el mayor puerto de la China meridional. Su importancia se debe, en gran parte, a su emplazamiento estratégico como núcleo ferroviario. Cantón fue considerada, en otro tiempo, como una de las puertas de China. Es un centro industrial del textil (seda, algodón, yute), la mecánica, el cemento, el papel y la artesanía.

China es un país de economía planificada, controlada por el estado según los principios socialistas. Hasta finales de la década de 1940, la república contaba con grandes problemas: las epidemias de cólera, peste y paludismo eran un hecho corriente; el 75% de las tierras estaban en manos de una minoría de terratenientes; el problema alimentario no estaba resuelto; existía una red de comunicaciones deficiente; y, finalmente, la subordinación al capital extranjero era absoluta. Con la revolución de 1949 el país adoptó un sistema colectivista y planificado cuyo objetivo principal era conseguir el desarrollo productivo y la industrialización, a partir de sus recursos internos. Este sistema se tradujo en la existencia, por primera vez, de un presupuesto, un sistema fiscal centralizado, una moneda única y un sistema bancario dependiente del Banco Popular, estrictamente controlado por el estado. La planificación de la economía se realizó a través de los denominados planes quinquenales.

En febrero de 1953 se inició el primer Plan Quinquenal, que tenía por finalidad la reforma agraria, la nacionalización de la industria pesada y de una parte importante de las industrias ligeras, y el monopolio estatal sobre el comercio interior y exterior. Las medidas de desarrollo para la industria pesada fueron consideradas como el principal eje de progreso económico del país. La industrialización se complementó con importantes inversiones de capital en vías de comunicación (para alcanzar el desarrollo de un mercado interior), y en el sistema educativo (para la formación de especialistas de todo tipo). Al mismo tiempo, se inició la colectivización agrícola, a partir de la creación de cooperativas y de la intensificación de los cultivos. El segundo Plan Quinquenal (1962), siguió acentuando la importancia de la industria pesada y la continuidad de la reforma agraria. El tercero, en 1970, tuvo como finalidad el desarrollo simultáneo de la industria y la agricultura. Los sectores prioritarios del cuarto Plan Quinquenal (1975) fueron la maquinaria, la electricidad, los transportes y la industria petrolera.

A partir de 1978, después de la muerte de Mao Zedong, se adoptaron medidas más pragmáticas, menos intervencionistas y con mayor acento en la productividad. El estado chino dio fin a la política de autosuficiencia económica y se multiplicaron los intercambios comerciales con Japón, Europa y los Estados Unidos. Del mismo modo, se modificó el sistema de gestión industrial y se complementó la estructura de comunas campesinas con la creación de pequeñas parcelas privadas.

A principios de la década de 1990 gran parte de la agricultura se basaba todavía en el arrendamiento de tierras comunales, pero con trabas burocráticas cada vez menores. La industria pesada seguía siendo propiedad estatal, pero la dirección cada vez dependía menos de los controles del estado. La industria ligera y las empresas de servicios se convirtieron en viveros para pequeñas sociedades y nuevos empresarios autónomos privados.

La caída del comunismo en la Europa del Este y el derrumbamiento de la U.R.S.S. (1990-1991), planteó al estado la necesidad de unirse a la economía de mercado, hacia un modelo denominado «socialismo de mercado con características chinas», cuyo principal objetivo era el desarrollo de su economía y su comercio con Occidente y la inserción del país en el sistema mundial, facilitando la inversión, los viajes, la educación y otras formas de relación con el exterior.

Las deficiencias en la red de comunicaciones y los sistemas de transporte, unidas a las importantes diferencias de disponibilidad de recursos humanos y de infraestructura industrial, han comportado una enorme desigualdad económica entre las diferentes regiones. Las zonas con mayor índice de prosperidad se hallan en el sector más oriental, sobre todo en la costa del SE (delta del río de las Perlas), en la llanura oriental, a ambos lados del río Yangtze, y en la región de Pekín-Tientsin-Liaoning, al borde del golfo de Bo.

A pesar de los progresos en la vía de la industrialización, China continúa siendo un país eminentemente agrícola, con una larga tradición de más de tres milenios. Después de la revolución, el gobierno persiguió el objetivo de aumentar la producción agrícola hasta cubrir las necesidades alimentarias de la población sin recurrir a las importaciones.

La explotación del campo se organizó a partir de una política de colectivización, basada en la organización de los campesinos en equipos de producción (comunas), de diferente tamaño y riqueza según las zonas. Después de duras críticas a esa política de colectivización forzada, se apeló a la moderación y se planteó que los miembros de la comuna tuviesen la posibilidad de conservar la propiedad de sus viviendas y de los útiles agrícolas, así como también el derecho a determinar los tipos de cultivo y el número de trabajadores requeridos para cada tarea. Debido a las características topográficas y climáticas, un gran porcentaje de la tierra es improductiva. Por ello, uno de los objetivos fundamentales de la política agraria china, desde la década de 1960, ha sido la expansión de la superficie de cultivo, junto a la mecanización y al desarrollo de los sistemas de irrigación, como la regulación de los ríos mediante muros de contención, canales y embalses.

Por otro lado, los suelos presentan problemas de erosión y de desgaste después de muchos siglos de explotación intensiva, y están sometidos a problemas ambientales, como las inundaciones o las sequías. Éstas son algunas de las razones por las que China presenta una gran variedad de regiones agrícolas. Las tierras más fértiles se hallan en el SE y el centro del país, mientras que las regiones del N y del O tienen zonas de cultivo marginales a los pies de los sistemas montañosos. Las cosechas más importantes son las de cereales, de los que China es uno de los primeros productores del mundo.

El arroz, que ocupa una tercera parte del total de la superficie cultivada, es el cereal predominante, sobre todo al S del país, cálido y húmedo, y en especial en el valle del Yangtze. Al N, en cambio, predominan las cosechas de trigo, sobre todo en la gran llanura aluvial del Huang.

China es uno de los primeros productores mundiales de cereales. En la imagen, trilla del arroz en la localidad de Wuban

El maíz y la soja, después del arroz y el trigo, son los cereales más extendidos. Los cultivos de legumbres y de hortalizas (boniatos y patatas), constituyen una aportación alimentaria remarcable, destacando también los productos industriales como el algodón, o los productos tropicales como el cacahuete. El té se cultiva en el valle de Yangtze y en las provincias costeras de Zhejiang y Fujian. La caña de azúcar se cultiva en la costa, y la remolacha azucarera en la región de Manchuria. También se cultivan el yute, el cánamo y el tabaco.

El progreso de la ganadería, estrechamente relacionado con la agricultura, ha sido importante sobre todo en el ganado porcino, cuya producción ocupa uno de los primeros puestos mundiales. El ganado bovino y caballar se utiliza como tracción para las labores intensivas. La ganadería extensiva nómada (ovejas y caballos), aparece allí donde no es posible la agricultura: al O de Xinjiang, en Mongolia Interior o en el Tibet.

La actividad pesquera, con importantes volúmenes de capturas, coloca a China entre los principales países productores de pescado. Es destacable la pesca de tipo fluvial, que se practica en ríos, canales, arrozales, lagos y zonas pantanosas. La pesca marítima de bajura se realiza en embarcaciones artesanales, mientras que las de motor se reservan, casi exclusivamente, para la pesca de altura. Aprox. un 15% de la superficie del país es forestal, aunque en claro retroceso debido a las talas intensivas.

En China destaca la pesca de tipo fluvial, practicada en ríos, canales, arrozales, lagos y zonas pantanosas

Los principales bosques se hallan en las montañas de Tsinling y en la zona central de Szechwan-Yunnan. Debido a los difíciles accesos, los bosques de las montañas de Tsinling no se explotan intensivamente, mientras que la zona de Szechwan y Yunnan constituye la principal proveedora de madera. A pesar de que China dispone de una enorme riqueza de recursos minerales, su aprovechamiento es limitado debido a las insuficientes vías de comunicación, a las grandes distancias y a los relieves accidentados. El país posee una de las reservas de carbón más importantes del mundo. Los yacimientos más ricos se hallan al N: la cuenca del Shanxi contiene casi la mitad de ellos. Otras regiones carboníferas destacables son Heilungkiang, Liaoning, Kirin, Hopeh y Shantung. En la China más meridional existen pequeñas explotaciones de carbón en Szechwan, Kwangtung, Kwangsi, Yunnan y Kweichow, que alimentan sus industrias regionales.

Los hidrocarburos constituyen la segunda fuente de energía más importante del país. Los principales yacimientos petrolíferos se encuentran en Daqing, en el golfo de Bo, en la depresión pantanosa de Zaidam y en Xinjiang. La producción cubre las necesidades interiores y, por otro lado, es exportada. El gas natural constituye todavía un recurso escasamente conocido, con una explotación relativamente limitada. Los mayores depósitos se hallan en los campos petrolíferos del N, especialmente en Ta-Ch'ing y en Sheng-li. Otros depósitos de gas, descubiertos recientemente, se encuentran en Hopeh, Kiangsu, Shanghai, Chekiang y también en la isla de Hainan. El subsuelo contiene grandes reservas de hierro, especialmente en Kansu, Kweichow, Kwantung y Szechwan. También posee abundantes yacimientos de manganeso, molibdeno, tungsteno, cobre, bauxita y estaño. Entre los minerales no metálicos destacan los yacimientos de sal en la costa. China experimentó un desarrollo industrial creciente a partir de 1949, llegando a convertirse, en la década de 1970, en el país más industrializado del Tercer Mundo.

Después de 1978, tras la muerte de Mao, la política industrial experimentó una clara evolución que se materializó en las importaciones de bienes de equipo y tecnología, y en el estímulo a la productividad, con la diversificación de los salarios. En la ruta de la industrialización, China ha dedicado un máximo esfuerzo al sector eléctrico (con la construcción de un gran número de centrales térmicas, hidráulicas y nucleares), y al sector de la industria pesada. La siderúrgica, en fase de rápido desarrollo, se localiza, principalmente, en la región de Manchuria y en el valle del Yangtze.

La industria textil tiene un enorme volumen de producción, ya que abastece a más de mil millones de personas. Destaca la fabricación de prendas de algodón, lana, seda y, en menor medida, de fibras sintéticas. Los centros más importantes se ubican en Shanghai, tradicional centro de producción textil, Pekín, Cantón y Haerbin. La industria mecánica tiene como principal actividad la fabricación de camiones (fundamentales para el transporte, dada la insuficiencia de la red ferroviaria), y tractores. Las principales fábricas se hallan en Tianjin, Baotou, Cantón y Shanghai. También son destacables las industrias de construcción naval en Lüda y Shanghai; de material ferroviario, en Changzhou y Lüda; de material eléctrico, en Haerbin; y de equipamientos agrícolas, en Lüda, Pekín, Tianjin, Nanjin y Fushum.

La industria química creció notablemente a partir de la década de 1960, sobre todo en la producción de fertilizantes y en el sector petroquímico. Los núcleos donde se encuentran los mayores complejos químicos son Pekín y Shanghai. Las instituciones financieras, de acuerdo con los principios socialistas, se hallan mayoritariamente en manos del estado. Los principales instrumentos de control fiscal y financiero son el Banco Popular de China y el Ministerio de Finanzas, ambos sujetos a la autoridad de la Comisión Económica Estatal.

Uno de los mayores problemas de la economía china es la insuficiencia de la red viaria y su desigual desarrollo a través del territorio; mientras que en la región oriental, sobre todo en el núcleo Pekín-Shanghai, existe una densa red de transportes, la región del O del país presenta grandes deficiencias. No obstante, la falta de vías terrestres queda relativamente compensada por la utilización de más de 150 000 km de vías navegables, sobre todo el Amur y sus afluentes, y el curso bajo del Yangze. La red aérea interior está cubierta por compañías nacionales, pero la explotación de la mayor parte de las líneas internacionales se halla en manos de compañías extranjeras. Pekín, Shanghai y Cantón poseen aeropuertos internacionales. El comercio exterior es un monopolio del estado y constituye uno de los principales objetivos para desarrollar la economía e insertar el país en el mercado mundial.

Hasta 1969 los intercambios comerciales se realizaron, casi exclusivamente, con los países socialistas. Sin embargo, a partir de 1970 los mayores proveedores de China fueron Japón, Hong Kong, Europa occidental y los Estados Unidos. El comercio con el Tercer Mundo está relacionado con la ayuda financiera y técnica que presta a los países en vías de desarrollo. China importa de los países más desarrollados bienes de equipo, hierro y acero, textiles, cereales y fertilizantes. Exporta, mayoritariamente a los países del Tercer Mundo, textiles, hidrocarburos y productos agrícolas.

 

 

Política

Según la Constitución de 1954, que define el sistema de gobierno de la República Popular, China es un estado socialista en donde el Poder Legislativo es ejercido por la Asamblea Popular Nacional y por el Consejo Popular Supremo. Formada por más de 3 000 miembros, elegidos cada 5 años por sufragio universal, la Asamblea se reúne una vez al año. El Poder Ejecutivo se halla en manos del Consejo de Asuntos del Estado, compuesto por 40 miembros que forman el gabinete ministerial y presidido por el primer ministro de la República (nominado por el presidente y designado por la Asamblea Nacional durante un período de 4 años)

La constitución confiere el papel de núcleo dirigente del pueblo chino al Partido Comunista, cuya dirección la ostenta el Comité Central y cuyos miembros eligen al Politburó, máximo órgano de poder. En 1982 se sustituyó el cargo de presidente del partido por el de secretario general. Sin embargo, en la práctica, el poder real ha radicado en ocasiones en manos del presidente o secretario general del Partido y, otras veces, en el primer ministro. China es una república federal donde coexisten tres niveles administrativos: las 21 provincias, las cinco regiones autónomas (Mongolia Interior, el Tibet, Xinjiang, Ningxia y Qinghai), y las tres municipalidades (Pekín, Shanghai y Tianjin). Las provincias y regiones autónomas se subdividen en prefecturas, distritos y municipios.

La República Popular China es una república socialista unitaria y multinacional, cuyo sistema de gobierno es una democracia popular basada en el régimen de partido único y una ideología de Estado:el marxismo leninismo y el pensamiento de Mao, Deng Xiaoping y Jiang Ze Min.

El país está dividido en 4 municipalidades (Chong Qing, Pekín, Shanghai y Tianjin,), 23 provincias, 5 regiones autónomas (entre ellas, Tibet y Mongolia Interior) y dos regiones administrativas especiales: Hong Kong y Macao.

 

 

Cultura

 

Literatura

La literatura china es una de las más fecundas y creativas del mundo. Se caracteriza por ser un género fundamentalmente culto, debido a la extrema complejidad de la escritura caligráfica, que busca producir, sobre todo en la poesía, tanto un efecto visual como de lectura oral. Las muestras más antiguas escritas en lengua china se remontan a los últimos siglos de la dinastía Shang (ss. XIV-XII a C). Son inscripciones realizadas sobre huesos y caparazones o sobre vasos ceremoniales. Sin embargo, por su excesiva brevedad, no pueden ser consideradas documentos literarios.

La tradición literaria propiamente dicha se inició a partir de la instauración de la dinastía Zhou, en el siglo XII a C, con un propósito fundamentalmente didáctico. Ejemplo de ello fue la aparición de la primera antología, Los cinco jing, o libros clásicos, que constituirían la base de la enseñanza de Confucio. El más relevante desde el punto de vista literario es el Shi jing, que ejerció una influyencia considerable sobre la poesía posterior, que destaca los aspectos líricos sobre los narrativos. El primer poeta chino conocido fue Qu Yuan (ss. IV-III a C), al que se le atribuyen elegías, como la titulada Lisao o Encuentro con el dolor, con un carácter político-erótico. Este género fue cultivado durante más de cinco siglos y con frecuencia ha reaparecido en la historia de la literatura china. Las primeras colecciones de autoría individual fueron el Dao-de jing, o Libro de la razón suprema (el Tao), que se atribuye a Laozi, considerado el fundador del taoísmo, y el Lun yu, conocido como Analectas (conversaciones) que, según una dudosa tradición, fue editado por Confucio. Con la unificación del Imperio por la dinastía Qin (221-206 a C), apareció un nuevo género, el fu, que se caracterizaba por la fusión de elementos poéticos y prosísticos. La labor más importante de sus autores fue la conservación de las baladas o cantos populares (yuefu), que dieron lugar a una nueva forma poética, el kushi o poemas de carácter antiguo.

Bajo la dinastía Han se consolidó un modelo de lenguaje escrito culto, el wenyan, que intentaba resolver el problema lingüístico en un territorio donde los dialectos se multiplicaban constantemente. Este modelo dominaría la literatura erudita hasta el siglo XX, aunque no siguió el proceso evolutivo de la lengua hablada. La literatura china conoció una de sus etapas más brillantes con la dinastía Tang (618-907), sobre todo en poesía, que tuvo un extraordinario florecimiento gracias a la aparición de nuevos géneros. De entre más de dos mil poetas de la dinastía Tang, destacan Mang Haoran, Wang Wei, Du Fu y, sobre todo, Li Bo, el gran representante del espíritu budista. En prosa, Han Yu reformó el estilo artificial, alcanzando una mayor libertad gramatical, que favoreció la aparición de numerosos relatos amorosos y de aventuras.

Durante la dinastía Song (960-1279), la producción literaria se vio notablemente incrementada debido, fundamentalmente, al perfeccionamiento de la imprenta. Dentro de la poesía existieron dos géneros dominantes: el shi, poesía erudita y tradicional, cuyo principal representante fue Lu You; y el ci, lírica popular, que consagró figuras tan notables como Ouyang Xiu y Li Quingzhao. La dinastía Yuan (1279-1368), trajo consigo una diversificación de las actividades literarias. Lo más notable del período fue el florecimiento del género dramático, caracterizado por un acercamiento a la lengua coloquial y al género operístico. Los autores dramáticos más representativos fueron Guan Hanqing, Wang Shifu y Ma Zhiyuan.

Durante la dinastía Ming (1368-1644), la literatura estuvo caracterizada por la emulación de los clásicos del pasado, a la par que aumentaba la influencia literaria de los territorios del S. Durante el siglo XVI la novela alcanzó el momento de máximo esplendor. Con la conquista de los manchúes se estableció una nueva dinastía, la Qing (1644-1911), durante la cual se prolongó la imitación de las formas clásicas y en la que, a pesar de que el estilo alcanzó el momento más brillante, existió una falta de verdadera creatividad. Entre los poetas destacó el manchú Nara Singde (1655-1685), quien, a pesar de estar muy influido por los clásicos, mostró una exaltación original en sus descripciones de la naturaleza. En narrativa, Pu Songling (1640-1715) continuó la tradición del cuento fantástico escrito a la manera tradicional (wenyan). En este mismo período Zao Zhan escribió la novela china más conocida y con un mayor número de traducciones a otras lenguas extranjeras, Sueño de la morada roja, que narra la historia de un triángulo amoroso y la caída de una gran familia.

Después de la Guerra del Opio (1839-1842), la cultura china se abrió al mundo occidental y muchos escritores del país recibieron la influencia extranjera. En poesía, la obra de Huang Zunxian (1848-1905), refleja los viajes del autor al exterior, en un intento de incorporar la lengua hablada al lenguaje poético. Este movimiento, traspasado a la prosa por Liang Qichao (1873-1929), fue conocido como la Revolución de la poesía china y tuvo una profunda influencia sobre la población de principios del siglo XX. La entrada de China en el mundo moderno, con la proclamación de la República (1911), mostró la ineficacia del lenguaje clásico para la transmisión de nuevas ideas. Chen Duxiu fue el impulsor principal de la reforma del lenguaje; el primer paso consistió en escribir en lengua vernácula, para lo que se crearon diversas revistas y grupos literarios. El nuevo estilo quedó consagrado con Lu Xun, autor de obras satíricas que atacaban el conservadurismo de la sociedad. Lu Xun abrió nuevos caminos a la narrativa del país y consiguió la celebridad internacional con Diario de un loco (1918) y La verdadera historia de Ah Q (1921).

Las convulsiones políticas que tuvieron lugar durante la década de 1920 provocaron un cambio de rumbo en las letras, utilizadas, sobre todo, como instrumento político. Novelistas como Mao Dun, Lao She y Ba Zhin, poetas como Guo Moruo y dramaturgos como Chiao Zhun se erigieron como grandes escritores del siglo XX. Tras el establecimiento de la República Popular en 1949, la literatura continuó empleándose para transmitir ideales políticos. El presidente del Partido Comunista, Mao Zedong, impulsó una literatura de formas y contenidos proletarios. Aparecieron entonces algunos autores populares, como Zhao Shuli, Liu Baiyu y Zhou Libo, que ganó el premio Stalin de literatura con la novela El Huracán (1949). En 1958 Ai Wu escribió El acero templado, que constituyó la primera gran novela de la industrialización. Entre los autores aparecidos después de la revolución cabe destacar a Li Zhun, Li Zhiao, Sun Li, Yang Shuo y, principalmente a Yang Mo, autora de la famosa novela Canción de juventud.

Una escritora muy conocida desde los años treinta, Ding Ling, publicó una notable novela sobre la reforma agraria, Brilla el sol sobre el río Sang-gan (1950), que ganó el premio Stalin de literatura. Finalmente, la Canción de nuestros ideales (1974), poema escrito por un colectivo popular anónimo, constituyó la última obra revolucionaria.

Tras la muerte de Mao se produjo un retorno de los viejos escritores de influencias burguesas, que habían sido bandeados durante la Revolución Cultural (Ba Jin, Qu Bo, Ding Ling, Tien Jien y Ai Quing, entre otros), y surgieron nuevos escritores, como los autores de cuentos Liu Xinwu y Zhang Jie.

 

Arte

En China el arte ha tenido un largo desarrollo, y los artistas, tradicionalmente, ocuparon un lugar destacado dentro de la escala social. Las primeras manifestaciones artísticas se remontan al segundo milenio antes de la era cristiana con la introducción del jade, que se utilizó fundamentalmente para piezas ornamentales, y de la talla de armas y utensilios.

Bajo la dinastía Han (206 a C-220 d C), el arte experimentó un importante florecimiento; la seda y los objetos lacados tuvieron una gran difusión y se expandieron más allá de los territorios de Asia, hasta Roma y Alejandría (la ruta de la seda). Durante este período, el desarrollo de la cerámica se vio favorecido por el culto a los antepasados; los objetos estaban esp. dedicados a los muertos y se colocaban en las sepulturas. Por otro lado, a la dinastía Han corresponde una de las obras arquitectónicas más importantes del mundo: la Gran Muralla (221-206 a C), que fue construida con el fin de defender el país de las incursiones de los bárbaros del N.

La introducción del budismo, después de la decadencia de la dinastía Han (s. III), dio paso al desarrollo de la plástica china, con la construcción de figuras de piedra de Buda. Más tarde, bajo la primera dinastía Tang (618-907), la escultura se fue distanciando del ideal budista hacia nuevas formas decorativas.

Los Tang inauguraron la denominada Segunda Edad de Oro de la historia del arte chino. Se fabricaron numerosos objetos destinados a la exportación hacia países lejanos y, mientras, el país recibía influencias extranjeras, gracias a las relaciones comerciales y a la presencia de colonias provenientes de India, Mesopotamia, Persia y Bizancio. El resultado fue la introducción de nuevas técnicas que dieron lugar a la aparición de productos delicadísimos, como la porcelana fina y los objetos de oro, plata y cobre, que desplazaron progresivamente a los productos lacados.

La entrada del budismo dio lugar al desarrollo de la plástica china, con la construcción de figuras rupestres de Buda

Durante la época Song (907-1279), la clase culta, que vivió aislada políticamente, vivió dedicada al cultivo de las bellas artes. La pintura experimentó un notable desarrollo con la introducción de nuevas temáticas, como los elementos de la naturaleza. Esta pintura del paisaje se consolidó con la figura del pintor Jing Hao, que utilizó la tinta aguada como medio de expresión.

Tuvo también una gran relevancia la figura del emperador Huizong, como creador de las primeras academias de pintura (dos de caligrafía y una de pintura). A pesar de que el arte dominante de la época se caracterizaba por un cierto conformismo académico, surgió un grupo de artistas que cultivó el expresionismo, sobre todo a base de tinta china sin colores (s. X y XII), relacionados con el grupo de pintores de meditación budista (Chan).

Con la dinastía Ming (1368-1644), tuvo lugar un retorno entusiasta a las formas antiguas y a la famosa cerámica de exportación, decorada en blanco y azul, con motivos mitológicos y taoístas y otros ornamentos florales. Sin embargo, la producción en masa, dedicada a la exportación, comportó una pérdida progresiva de calidad. Durante los principios de la dinastía manchú se conoció un avivamiento del arte de la porcelana, caracterizado por un retorno a las formas primitivas, pero posteriormente, sobre todo a partir del s. XIX, las creaciones de calidad fueron cada vez más escasas, estereotipando la producción destinada a la exportación.

Durante los ss. XIV y XV el tradicional arte de la laca experimentó un impulso remarcable, con la introducción de nuevas técnicas y modalidades, como las lacas de colores. Son famosos los objetos lacados (especialmente de bronce, madera, cuero y bambú), con más de cien capas; abundan los objetos lacados rojos y negros, con elementos pintados de carácter mitológico y taoísta. Son famosos también los muebles y objetos lacados con incrustaciones de motivos de nácar, carey, madera noble, etc. Por su antigüedad, el jade constituye la segunda tradición china, que se ha mantenido durante milenios.

La riqueza de la República y su gusto por los objetos de lujo durante los ss. XVII y XVIII se pueden medir por la gran demanda de jade, sobre todo para la casa imperial y para las clases más acomodadas. Importado de Oriente, sus colores iban del blanco al verde oscuro, y se tallaba con dibujos y formas que se remontaban a antiguas tradiciones: jarrones arcaicos, espejos y animales de todo tipo, amuletos y objetos rituales. Sin embargo, tal como sucedió con la porcelana, la producción de jade se masificó progresivamente para la exportación. Los jesuitas ejercieron una importante influencia con la aportación de la pintura con esmalte. Cobre esmaltado blanco, en forma de cajas, jarrones, tazas, etc., se pintaba con paisajes y personajes de estilo europeo.

 

Música

La historia de la música china puede dividirse en cuatro grandes períodos: el primero, desde los inicios hasta el fin de la dinastía Zhou; el segundo, hasta el ocaso de la dinastía Tang; el tercer período termina con la decadencia del imperio Qing; y el último abarca la época contemporánea. Durante el primer período (desde los inicios hasta el año 230 a C, aprox.), se establecieron las características tradicionales del sistema musical chino, manifestadas a través de la danza y las canciones de la corte y de guerra. De este período se conservan diversos instrumentos, como flautas, ocarinas, cítaras y campanas. Durante el segundo período (230 a C-907), que coincide con la época de decadencia del confucianismo, la música autóctona recibió numerosas influencias extranjeras, sobre todo provenientes del centro de Asia.

El descubrimiento de la imprenta, durante la dinastía Tang (618-906), permitió la difusión de numerosos tratados musicales y su promoción a Japón, donde ejerció una considerable influencia. El tercer período (907-1911), se corresponde con una etapa de renacimiento del confucianismo. Durante la dinastía Song (960-1279), la música experimentó un notable impulso; tuvo lugar una reconstrucción de la antigua música ceremonial y se desarrolló un modelo de canción intimista, basada en textos poéticos, que influyó en la formación del drama musical y de la clásica ópera china (kunju). Ésta, que se consolidó a mediados del siglo XVI, se caracteriza por ser un canto muy elaborado y por contar con una gran participación de la danza, con la presencia de la flauta como instrumento melódico principal. El kunju dominó la vida musical china hasta el siglo XIX, persistiendo todavía en la actualidad; influyó en la formación de un teatro musical más evolucionado, la ópera pequinesa (jingju), surgida en el XIX y actualmente la más popular. Durante este período la música instrumental se limitó, básicamente, a dos instrumentos: el qin, especie de cítara de siete cuerdas, y el pipa, similar al laúd con cuatro cuerdas, aparecidos en el siglo XV.

Otros instrumentos de menor importancia son una cítara de dieciseis cuerdas (zheng), varios tipos de flautas, un violín de dos cuerdas, etc. La música del siglo XX se inició con la generalización de los conjuntos orquestales y con la sensible introducción de influencias japonesas y occidentales. A partir de la revolución de 1949, se dio un importante impulso al estudio de la música y a la utilización de la canción y del grupo coral con finalidades propagandísticas, de estímulo al trabajo y de conmemoraciones oficiales. A partir de la década de 1970 la música occidental ejerció una fuerte influencia sobre la música china. Sin embargo, los compositores más recientes se orientan hacia nuevas fórmulas, basadas en la tradición ancestral.

 

Cine

En la actualidad, China ocupa el tercer puesto mundial en el número anual de espectadores de cine. Las primeras proyecciones se realizaron en Shanghai, en el año 1903, por el emigrante valenciano Vicent Ramos. La producción china se inició posteriormente. El primer gran éxito nacional fue El caso Yen Kiesing (1921). En 1931 se realizaron las primeras películas sonoras: el musical La cantante Hong Midan (Hong Sen), y Canción de primavera (Li Bingshie). De los pocos filmes chinos proyectados en Europa durante aquella época destacan La rosa de Bu Shui (Y.S. Lee), y La Gran Muralla china (She Dongsai), basada en los horrores de la guerra y la agresión nipona.

Con el inicio del régimen comunista, en 1949, la producción cinematográfica fue nacionalizada, adquiriendo un claro compromiso político. Entre los años 1950-1960 destacan los títulos Chicos y chicas de China (Lin Cefen y Zhai Cian, 1949), El soldado de acero (Zheng Yin, 1950), Nuevos héroes y heroínas (Shi Dongshan, 1950) y Toda mi vida (Shi Hui, 1950). La industria cinematográfica experimentó un notable desarrollo a partir de 1956, momento en que se inauguró una escuela cinematográfica en Pekín. Además, se crearon diversos centros de producción autóctona y se inició la construcción de los primeros 33 estudios de una vasta red, 22 de los cuales fueron destinados al cine documental.

 

 

Gastronomía

La gastronomía china es de una gran riqueza y variedad. Es muy diferente dependiendo de la región de la que proceda[1].

Gracias a los restaurantes chinos habituales en la mayor parte de occidente, su cocina se ha ido haciendo popular fuera de su país.

Para comer alimentos sólidos emplean los palillos y para los líquidos sopas más aplanadas que las occidentales habituales.

El alimento básico en la cocina china es el arroz, pero también usan un sinfín de ingredientes exóticos como puede ser la carne de perro o los nidos de algunos pájaros. También hay, de todos modos, gran cantidad de platos vegetarianos debido en gran parte a la influencia que ha tenido en este país el budismo.

El arte culinario chino es muy variado y tiene muchas sectas. Entre ellas, las más representativas y reconocidas por la sociedad son 8 sectas locales. Los cuales son de Shandong, Sichuan, Guangdong, Fujian, Jiangsu, Zhejiang, Hunan y Anhui.

La variedad de la gastronomía china es tal que hasta las diferentes cocinas regionales tienen sus propias e interminables listas de especialidades y estilos culinarios tradicionales, desde la cantonesa hasta la cocina de Shandong, Yangzhou, Sichuan, Xinjiang o Yunnan.

Para comer algo picante sólo tienes que probar los platos de la región de Sichuan y si prefieres algo más suave nada como alguna especialidad típica condimentada con frutos del mar de Chiu Chow o los cangrejos de agua dulce de Shanghai. El crujiente y sabroso Pato de Pekín con salsa de ciruelas y cebollitas tiernas es uno de los platos favoritos de Asia, así como el Pato Laqueado lo es en Beijing, la capital de la región de Shandong.

La formación de una secta no sólo se relaciona estrechamente con la historia y la experiencia culinaria local, sino también con la geografía, el clima, los productos y costumbres locales. Un experto ha usado un metáforo para describir las características de esas 8 sectas de plato: los platos de Jiangsu y Zhejiang parecen a una linda doncella del sur de China; los de Shandong y Anhui parecen a un fuerte hombre norteño, los de Guangdong y Fujiang parecen a un señorío elegante; y los de Sichuan y Hunan parecen a un literato o un académico.

 

Algunas Especialidades

Comida de Guangdong (comida cantonesa): Está basada en los platos de los lugares de Guangzhou, Chaozhou y Dongjiang, que son conocidos por una amplia variedad de ingredientes, hermosa presentación y colores atractivos. Usa carne de serpiente, gato montés, y otros animales. Los platos se caracterizan por su frescura, delicadeza y sabor delicioso. En verano y otoño los habitantes locales prefieren los platos ligeros, y en invierno y primavera, los manjares fuertes. Los condimentos son variados, pero se presta mucha atención al sabor original de los ingredientes. Los platos más famosos son: carne de vacuno pasada por aceite, carne de serpiente, calabaza rellenada con carne al vapor, langostinos y congrio con cebolla china.

Comida de Sichuan: Este tipo de cocina está compuesto por los platos de Chengdu (capital de la provincia de Sichuan) y Chongqing, y se caracteriza por su sabor picante y fuerte. Usa pollo, pato, carne de vacuno, y verduras como sus principales ingredientes. Presta mucha atención a los condimentos, que son complejos y variados. Del arte culinario de Sichuan se dice que cada plato tiene su sabor único, y que en cien platos se encuentran cien sabores. Entre los platos más famosos figuran aletas de tiburón, holoturias con salsa de soya, pedazos de carne tostados, pato ahumado con leñas de alcanforero, tiras de carne picantes, pollo Bangbang, pollo Guifei, pollo Taibai, carne de vacuno con fécula al vapor, pollo Gongbao, requesón de soya Mapo, entre otros.

Comida de Yangzhou: El arte culinario de las ciudades de Zhenjiang y Yangzhou es el más representativo de la provincia sureña de Jiangsu. La selección de los ingredientes y la preparación son sumamente esmeradas. Se trata de platos ligeros en los que destaca el sabor del ingrediente principal, y que gustan tanto a los habitantes del norte del país como a los del sur. Los platos más prestigiosos son: bolas de carne porcina que tienen el nombre de "cabezas de león", mariscos y productos del mar, carpa envuelta en hojas de loto, tiras secas de carne, pollo salado seco, entre otros.

Comida de Shandong: Los platos suelen ser espesos y no pesados, ligeros y sabrosos. Son aromáticos, tiernos y frescos. Los platos más famosos son: caldo lechoso, caldo "transparente", sopa de nidos de golondrina y carpa agridulce.

Comida de Shanghai: Los principales platillos se preparan con salsa de soya, al vapor, guisados, fritos, tostados, con arroz glutinoso fermentado, o con otras técnicas y componentes. La cocina de Shanghai ha asimilado algunas ……… caracterizan por el caldo perfumado con aceite y salsa roja. Se sirve con arroz glutinoso fermentado.

Comida beijinesa: En la gastronomía de Beijing se seleccionan los ingredientes con mucho esmero. Hay platos claramente marcados para las cuatro estaciones del año, con colores vistosos. Se usa poca sal, pero los platos no carecen de sapidez. Los principales sabores son dulce, salado, agrio, picante, de "cinco perfumes", pasta de soya, pasta de sésamo, entre otros. Los platos se preparan fritos, guisados con fécula, asados a fuego intenso o tostados. Los manjares más famosos son: el pato laqueado de Beijing, pescado con arroz fermentado, pollo en pasta de soya, col con fécula, entre otros.

Platos musulmanes: Tienen dos estilos distintos, el del norte y el del sur. En la región septentrional se usan principalmente el carnero y carne de vacuno. Los manjares más famosos son: caldero mongol con carne ovina, asado, carne con salsa de soya, carne cocida a fuego intenso, y carne guisada. En el sur se cocina también con pollo y pato. Entre la comida musulmana, la olla mongola, o "caldero mongol", es el plato más interesante, adecuado para el invierno.

Comida Vegetariana: La comida preparada exclusivamente con vegetales es típica de la gastronomía china y está relacionada con las costumbres budistas y el vegetarianismo. La comida vegetariana al estilo de Shanghai lleva bastante aceite y un color claro. Los platos al estilo de Yangzhou, aprovechando las técnicas de preparación de carne, tienen colores más oscuros y mayores variedades. Los manjares más famosos son: Chaoerdong (guisado de hongos y brotes de bambú), langostinos vegetarianos (preparados con vegetales en la misma forma en que se guisan los langostinos verdaderos) , comida budista, galletas, y tortas con rellenos de verduras.

Además de las hortalizas, los ingredientes básicos incluyen el lirio, hongos comestibles, y productos de soya. Los platos se preparan esmeradamente con aceites vegetales. Son nutritivos, exquisitos, fáciles de digerir y saludables.

 

 

Fiestas

Fiesta de Primavera

Entre las fiestas más antiguas de China están la Fiesta de Primavera y la de los Faroles, a la primera se la llamaba antes Fiestas del Año Nuevo porque corresponde al primer día del año del calendario lunar que seguían los chinos. Según el calendario solar, esta fiesta cae entre los Ültimos días de enero y comienzos de febrero.

Ya en tiempos remotos, China tenía una agricultura altamente desarrollada y dicha fiesta concernía, como es obvio, a la producción agrícola. Al iniciar el año, la gente hacía ofrendas a las divinidades del cielo y de la tierra y a los antepasados, rezaba por una rica cosecha de cereales y formulaba deseos de que todo marchara viento en popa.

De hecho ya desde el comienzo del duodécimo mes del año lunar, el ambiente festivo se hace cada vez más intenso. Muchas familias sobre todo en el campo, comen "sopa de arroz del octavo día del duodécimo mes" según el calendario lunar, sopa hecha con arroz, mijo, arroz glutinoso, sorgo, frijolitos rojos, dátiles, nueces, maní, etc., que simboliza una buena cosecha de los cereales. El 23 del mismo mes, día de donativos al Dios del Hogar, se colocaban en la cocina ofrendas frente a su retrato pegado en la pared. Se creía que si el Díos del Hogar iba al cielo a rendir cuentas de su labor después de comer dichos manjares, podría hablar bien del amo de esa familia.

Durante la fiesta, a la gente sencilla le agrada adornar sus viviendas con estampas del Año Nuevo que representan escenas festivas y de enhorabuena. A la gente también le encanta pegar dísticos primaverales a ambos lados de la puerta para manifestar su deseo de una vida feliz, en ellos se escriben con pincel frases de felicitación en tiras de papel rojo.

La noche anterior a la Fiesta de Primavera, es decir la Noche Vieja, es el momento más importante de la reunión familiar en medio del paladeo de la exquisita cena. Luego, los familiares se sientan a conversar o se divierten hasta romper el alba, a esto se lo llama "Velar durante la víspera del Año Nuevo". A las cero horas se comienza a encender petardos para decir adiós al Año Viejo y dar la bienvenida al entrante. A la mañana siguiente se intercambian visitas entre amigos o parientes para desearse feliz año nuevo.

 

Fiesta de los Faroles

Otra fiesta de carácter nacional es la de los Faroles, que se celebra el día 15 del primer mes lunar y corresponde a la primera noche de luna llena después de la Fiesta de Primera. En esta fiesta se presentan muchos programas folklóricos tales como desfiles de zancos y danzas del dragón.

El dragón que aparece en la Fiesta de los Faroles se compone de nueve a doce segmentos, unidos por telas, que son cargados por portadores que llevan linternas colgantes: éstos, a medida que el dragón avanza, agitan en uno y otro extremo las linternas imitando el contorneo sinuoso del animal. Además de este espectáculo, son también ampliamente acogidas la danza de leones y la del bote de tierra.

Una comida típica en esta fiesta es la bola de arroz glutinoso con rellenos dulces o carne. Como son redondas y compactas, representan la sólida reunión familiar.

En la noche de esta fiesta, se organizan, en muchas ciudades, exhibiciones de faroles y se celebran veladas de acertijos. Escritos en papeles, éstos se cuelgan en las linternas y su solución da lugar al otorgamiento de premios. En el campo se festeja con fuegos artificiales, desfiles de zancos, juegos de columpio y yangge (una danza folklórica muy popular en el norte de China)

 

Fiesta del Medio Otoño

La Fiesta del Medio Otoño se celebra el decimoquinto día del octavo mes del calendario lunar y debe su nombre a que cae precisamente a mediados de otoño. Ese día los chinos tenemos la costumbre de contemplar la luna llena de la noche y comer la torta lunar.

Esta costumbre data, entre otras, de una historia de más dos milenios. En la antigáedad, para rogar a la divinidad celestial buenas cosechas, los soberanos solían efectuar interpretaciones musicales dedicadas a la luna en una noche del mes octavo. Como en lo referente a la luna no hay mejor noche que la de luna llena, esa noche siempre fue la del día quince. De ahí se formó poco a poco entre el pueblo el hábito de contemplar la luna llena en el mes octavo.

En China hay un dicho popular que reza textualmente así: al mediar el otoño es cuando más brilla la luna.

El hábito de comer torta de luna en esta fiesta tiene una historia bastante larga. Según se dice, los gobernantes de la dinastía Yuan, a fin de asegurar su dominio, imponían la orden de que cada diez familias usaran un solo cuchillo en su vida cotidiana, así la gente quedaba sin otras armas de metal si querían levantarse en rebelión. Además, estos mongoles, a quienes los han llamaban Dazi, perpetraban toda clase de maldades. Los habitantes, hartos ya de las injusticias, decidieron sublevarse; para ello, los organizadores concibieron la idea de promover a los vecinos a regalarse mutuamente tortas de luna en vísperas de la fiestas de otoño. Dentro de las tortas se ponía una pequeña octavilla con las siguientes palabras: actuemos en conjunto el 15 del octavo mes para matar a los Dazi y acabar con la dinastía Yuan. Esta fue la forma como los insurrectos citaron a los vecinos el levantamiento que se proponían. Después, esta práctica de obsequiar tortas entre el pueblo en vísperas de la fiesta se ha mantenido como una costumbre. Aparte, como la torta lunar es redonda, representa la reunión familiar, además de la felicidad y satisfacción completa.

Con el transcurso del tiempo se hace cada vez mejor la torta lunar y se ha convertido en un manjar exquisito. Como relleno se usan muy diversas cosas, tales como purÚ de azufaifa, pipas y pepitas, nuez, purÚ de soya roja, azÜcar, cacao, chocolate, sésamo, jamón, etc..

A los ojos de los chinos, la luna es bella, así han inventado muchas leyendas mitológicas sobre ella. Entre el pueblo se difunde el cuento de que en la luna vive una dama, que era esposa de Hou Yi, un personaje mitológico que derribó con sus flechas nueve de los diez soles que existían en su tiempo perjudicando los cultivos. La reina de la corte celestial, para premiarlo, le dio un remedio capaz de hacerlo inmortal; pero la dama, conocida con el nombre Change, lo probó a espaldas de Úl, y como consecuencia, despegó de la Tierra volando hasta la luna y se quedó allí para siempre. Según la leyenda, la dama pasó a ser dueña del Alcázar de la Luna donde hay un conejo de color de jade que la acompaña y machaca materias medicinales todos los días. Además del animal se veía un árbol que se llama osmantus, éste mide 1500 metros de alto. Debajo de este árbol, Wu Gang, otro personaje mitológico, no cesa de cortarlo, trabajo impuesto como castigo por sus pecados cometidos.

En esta noche la luna aparece en todo su esplendor y la familia entera se reúne para contemplarla mientras degusta la torta lunar. Si algún familiar está disperso por los cuatro rincones del país, los demás suelen recordarlo evocando los versos del gran poeta Su Shi(1037-1101) que se leen así:

Ojalá mi ser querido sano y salvo,

en este momento comparta conmigo la luna,

aunque nos separa una distancia de mil li.

 

Fiesta del Bote de Dragón

La Fiesta del Barco de Dragón se llama también Fiesta del Doble Cinco porque corresponde al día cinco del quinto mes del calendario lunar chino. Se celebra esta fiesta para honrar la memoria del gran poeta patriótico Qu Yuan(339-278 a.n.e.), en aquel entonces China se encontraba en el Período de los Reinos Combatientes.

Qu Yuan era cortesano del Reino Chu desempeñando el cargo Zuotu. El se pronunciaba por aliarse con los otros reinos para resistir al Reino Qin y proponía con frecuencia algunas reformas al soberano. De esta manera fue acusado ante el monarca por gente intrigante y finalmente el soberano ordenó su destierro. Sin embargo, siguió preocupándose por el porvenir de su patria. Iba a menudo a pasear cerca de un pozo y miraba en la superficie del agua su enclenque fisonomía. Este pozo fue denominado en la posterioridad "pozo-espejo", que se ha conservado hasta hoy día en su pueblo natal.

Cuando Qu Yuan supo que la capital de su reino había caído en manos de las tropas del Reinos Qin, el dolor que sintió llegó al colmo. Lleno de indignación y tristeza se tiró al Río Miluo el día 5 del quinto mes del mismo año.

Dice la leyenda, que al enterarse de la muerte del gran poeta la población que vivía a ambas orillas, abrigando sentimientos de profundo dolor, se embarcaron en botes de forma de dragón con la esperanza de rescatar su cadáver en el río, pero todos sus esfuerzos resultaron en vano. En ese momento alguien propuso una ingeniosa idea de que echaran al río gran cantidad de arroz para cebar a los peces a fin de que ésos no mordiesen el cuerpo del poeta.

 

Con los años transcurridos la gente conmemora esta fecha en dos formas: efectuar competencias deportivas remando en botes de forma de dragón. Este deporte de carácter divertido y conmemorativo suele efectuarse en el sur de China donde abundan ríos y lagos; otra forma es paladear Zongzi. Zongzi es una comida parecida al tamal, que se prepara con arroz glutinoso, envuelta en hojas de bambu o de caña.

 

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